Cuando yo era más joven mi padre me llevaba alguna vez con él al Txoko. Yo no tendría más de 20 años. Aquel era su refugio, donde se juntaba todos los martes a cenar con sus amigos. Cada noche se encargaba de la cena un grupo de amigos distintos.
Era habitual el buen humor, la camadería, alguna discusión y sobre todo la buena música. Visto con la perspectiva del tiempo y desde los ojos de un veinteañero de entonces, no era difícil darse cuenta que a pesar de que no faltaban las anécdotas, la música y sobre todo el poder cantar juntos era la sangre que hacía que a aquel grupo de amigos no se le parara nunca el corazón.
Con la enfermedad, y posterior muerte de mi padre, me quedé con los recuerdos. Como por ejemplo el de aquel mostrador , donde cuandotodo el mundo llegaba y veían a un, por entonces, joven estudiante de hostelería ayudando a hacer la cena; todos gritaban en voz viva "¡Aleluya! Hoy cenamos"
Tenían la costumbre de una vez al año intentar juntarnos también a los hijos de cada uno. Mi padre tenía unos cuantos (soy el menor de seis) así que imaginaros.
Y en una de esas cenas estaba Gorka, el hijo de Manu. Era un poco la rockstar. Yo no me enteraba de mucho pero el muchacho había sido becado para estudiar música en EEUU y eso no era cualquier cosa. Creo recordar que incluso alguno de aquellos años había venido a tocar en formato trío y si no recuerdo mal algo tocaron en el txoko.
¿Y porqué cuento todo esto? Pues cuento todo esto, a raíz de algo que llevo un tiempo recordando, y es una conversación muy corta con él sentados en la mesa, seguramente cenándonos unas patatas riojana y con algo de vino.
- Joder pues yo al jazz no le encuentro el punto, no lo entiendo.
Y la respuesta fue algo que se me quedó grabado hasta hoy.
- No importa, no pasa nada, si se tiene que dar ya te gustará.
Y puede parecer un poco tonto, pero esa frase se me quedó impresa en el carácter, en cierto modo en mi educación. No pasa nada porque no nos guste lo que a otros, porque no nos haga sentir lo mismo, ni siquiera porque no nos llame la atención. Esa a veces puede que sea la mejor forma de encontrar el propio camino de uno, el de la experimentación, el de darse permiso a que sucedan las cosas en su momento adecuado.
Y ahora, veintipico años después, trabajo de cocinero en un hospital, soy del Athletic, padre imperfecto, alumno de escritura creativa y hace un tiempo que me gusta el jazz.
No tengo ni puta idea de porqué, no me lo planteo demasiado tampoco, lo escucho, creo que como los buenos libros no vale con leerlos por encima, hay que poner la oreja ahí, y lo vas saboreando.
No soy un experto, nunca llegaré a serlo, en el fondo me da igual, ne conformo con disfrutar cuando lo pongo, con sorprenderme prestando atención a melodías que me calan como la lluvia, que impregnan mi memoria de recuerdos felices.
Eskerrik asko Gorka.
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